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Los Celos

Los celos son un problema más común de lo que se piensa. Alrededor de un tercio de las parejas que asisten a terapia lo hacen por problemas relacionados con este tema.

En general hablamos de personas celosas: “Mi marido es celoso”, “mi polola es celosa”. Sin embargo, en la gran mayoría de los casos, es más útil entender los celos como un patrón complejo de emociones, pensamientos e interacciones que emergen en una relación, y no al interior de una persona.

Tomemos como ejemplo a Florencia, quien está molesta por las conversaciones por Whatsapp que su pololo Matías tiene con Emilia, una colega. Lo ha confrontado por ello en diversas ocasiones, y Matías ya está cansado del tema, por lo que evita contarle a Florencia nada que tenga que ver con Emilia. Pasan los meses y Matías va a dejar a la casa a su colega un día que no hay luz en Santiago, y decide no decirle a Florencia para evitarse una pelea. Florencia se entera en la celebración de fin de año del trabajo, y cree confirmadas sus sospechas con el consiguiente aumento de celos, lo que sólo hace que Matías se aleje de ella cansado de sus acusaciones, volviendo aún más precaria la comunicación en la relación, aumentando aún más los celos.

Como pueden ver, los celos pueden volverse una dinámica que se sustenta a sí misma, convirtiéndose en un ciclo vicioso del cual es difícil salir sin ayuda.

Lo primero que debemos hacer es entender cuál es la causa de los celos. Ellos tienden a aparecer cuando una de las partes percibe una pérdida —o un riesgo de pérdida— ya sea de la existencia de la relación de pareja o bien de su calidad, producto de la percepción de una real o potencial relación rival.

Es importante repetir que la mera percepción de que la relación de pareja está amenazada puede hacer aparecer los celos, y que la amenaza puede ser sobre la calidad de ella y no necesariamente de una potencial ruptura.

Muchas veces cuando un miembro de la relación está celoso, el otro trata de calmar la situación diciendo “Pero si no ha pasado nada” o “No me voy a meter con él.” Aunque sea con buenas intenciones, esas declaraciones la mayoría de las veces no tienen efecto ya que el que no haya pasado nada no disminuye la posible amenaza de que sí pase, o bien aunque nunca exista una infidelidad propiamente tal la relación con otra persona sí puede estar disminuyendo la calidad de la relación de pareja.

¿A qué me refiero con que la calidad de la relación disminuya? Aunque no se termine, la confianza en la pareja puede disminuir, el apoyo emocional puede verse interrumpido, o puede existir una sensación de pérdida de aquello que hacía única o especial la relación.

Por ejemplo, Cristóbal puede estar celoso de las conversaciones a la hora de almuerzo que tiene Fernanda, su mujer, con un compañero de trabajo, no porque crea que le está siendo infiel, sino porque se ha dado cuenta que ya no es a él a quien le cuenta sus problemas cotidianos.

Como pueden ver, los celos no se tratan solamente de temer una infidelidad, ni tampoco son sólo responsabilidad de uno de los miembros de la pareja. Como dijimos, emergen en la relación, producto de las dinámicas de la relación.

Sin embargo, sí hay casos en los cuales factores individuales pueden estar influyendo en su aparición. Por ejemplo, los celos pueden activarse cuando hay una disminución en la autoestima.

Por ejemplo, secuelas de accidentes que cambian nuestra apariencia, enfermedades que disminuyen la energía o provocan un importante aumento de peso, o un despedido inesperado y con dificultades posteriores para encontrar trabajo, pueden todos disminuir la autoestima. Lo mismo sucede en muchos casos con la depresión, en donde se suma la común disminución del deseo sexual —producto muchas veces de los fármacos— que hace temer aún más el perder a la pareja.

Todas estas situaciones y cientos de otras pueden convencernos que la pareja buscará a alguien mejor, y producto de los celos y los cuestionamientos que ellos traen la relación se deteriora, volviendo aún más probable y por tanto amenazante ese miedo.

Incluso los celos por sí mismos pueden provocar una disminución de la autoestima. ¿Por qué? Hay pocas personas que nos conocen más que nuestras parejas, sobre todo en nuestros puntos vulnerables. Sentir que no somos suficientes para ellos y que están buscando en otras cosas lo que no obtienen de nosotros puede por tanto afectar la autoestima.

Esto también se vuelve un ciclo vicioso, ya que como vimos sentirse inseguro e inferior puede provocar sentimientos de celos hacia nuestra pareja, asumiendo que van a cambiarnos por alguien mejor, lo que nos hace sentir más inseguros y más celosos, comportándonos de formas que no son conducentes a mejorar la calidad de la relación.

 

¿Qué hacer?

Hemos visto que los celos tienen que ver con la sensación de que existe una amenaza, un riesgo, de que la relación se pierda, o que la calidad de la relación disminuya. Por lo mismo, lo que debemos buscar es seguridad. Esto es posible a través de distintos mecanismos.

La pareja puede, por su cuenta, intentar llegar a acuerdos que prevengan el que uno o ambos miembros de la relación sientan que ella está en riesgo. Por ejemplo un acuerdo típico que intentan es que no se junten a solas con personas del sexo opuesto o, que si lo hacen, se los cuenten. Este es el punto en que muchas veces llegan a terapia, ya que les es imposible llegar a acuerdos sin un tercero imparcial.

En una terapia, lo primero que haremos es entender el patrón de celos que existe en la pareja, sin buscar un culpable, sino comprendiendo la dinámica entre ambos que provoca la aparición de los celos.

También será necesario evaluar en sesiones individuales la presencia de celos en relaciones pasadas, para ver si existe también algo individual en la creación de estos patrones. También es importante preguntar si hubo una infidelidad de los padres, ya que es una de los factores que generan más temor en las personas sobre que algo así les ocurrirá también a ellos. Algo que nunca está de más es evaluar si hay riesgo de violencia, ya que en la mayoría de los casos en que hay violencia al interior de una relación de pareja, la causa tiene que ver justamente con los celos.

Una vez comprendido el patrón, podemos empezar a desmantelarlo. Sin detenernos a decidir si lo que uno de los miembros de la pareja está haciendo es correcto o no, podemos ver si es posible detenerlo o cambiar la forma en que lo hace, en pos del bienestar de la relación de pareja. Déjenme darles otro ejemplo.

Diego es jefe de una empresa, y tiene cinco personas a su cargo. Una de ellas es Belén, su secretaria, quien vive a medio camino entre el trabajo y la casa de Diego. Su mujer, Trinidad, me cuenta que el principal problema que tienen es producto de Belén. “Me carga que la vaya a dejar, no creo que pase nada entre ellos, pero toda la oficina debe pensar que sí. Me carga quedar como la tonta. Ella también debe estar haciéndose ilusiones.”

Por su lado, Diego se defiende diciendo que no tiene nada de malo llevarla a su casa, ya que está en el camino, y que no lleva a nadie más porque el resto vive en la dirección contraria.

¿Cómo ayudarlos a llegar a un acuerdo que a ambos satisfaga? Le pregunté a Diego si, al irse de la oficina, podía preguntar en voz alta “¿Alguien quiere que lo lleve?” Así, aunque solo Belén dijese que sí, a todos les quedaría claro que no había favoritismos, sino que era una oferta abierta a todos. A Trinidad le pareció perfecta la idea, y dijo que para ella sería muy significativo si así fuese.

No fue lo único que hicimos en terapia, pero cuando los di de alta ambos lo dieron como ejemplo de algo que fue muy relevante para ellos. Diego sintió que pudo “seguir siendo él” y Trinidad dejó de percibir que Belén tenía un lugar especial que rivalizaba con el suyo, aunque fuese en apariencia.

Si tienen problemas de celos en sus relaciones de pareja, no olviden que no basta con asegurar que no existe una infidelidad. El riesgo de una, o el mero hecho de que la calidad de la relación disminuya, es suficiente para que ellos aparezcan.

Sobre todo, no olviden que aunque es un patrón complejo, es posible cambiarlo, ya sea solos como pareja o en equipo con un psicoterapeuta.

No dejen que su relación se pierda y se vuelva una más que se rompe por un problema totalmente solucionable.

 

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* Los nombres y profesiones fueron cambiados para respetar el anonimato de los pacientes, que autorizaron esta publicación.
 

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Jorge Silva Rodighiero

PSICÓLOGO

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